Gaspar Mora Porta

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Victoria en la Ultra Trail del Sobrarbe 2017 (71km, +4077m)

Viernes 23 de junio de 2017

Con una ola de calor salimos de Benicàssim. Sin aire acondicionado en el coche. Con dos niñas. A 37C fuera. Una locura. Llegada a L'Aínsa. Recoger dorsal. Acostar a las niñas que con la novedad no querían dormir. A las 12 de la noche por fin empezar a preparar la mochila con material obligatorio, dorsal, geles, etc. Alarma a las 4:30 para estar a las 5:30 en la Plaza del Castillo.

Sábado 24 de junio de 2017

Con apenas 3 horas de sueño, suena la alarma a las 4:30 y empiezo el ritual de cada carrera. Mallas, camiseta, mochila con material obligatorio, dorsal, aplicación de vaselina anti-rozaduras, reloj, zapatillas, gorra, geles, etc. Desayuno un trozo de pan sin mucho apetito y salgo del hotel hacia la salida. Allí me encuentro a dos corredores que parece que van a su coche y les pregunto si me pueden llevar. Me he levantado sin muchas ganas de correr así que me quiero ahorrar el calentamiento de 10 minutos que hay desde mi hotel hasta la salida. Ya habrá tiempo de calentar en 71km. Me llevan en coche. Son dos chavales de Zaragoza muy majos.

En la salida empiezo a moverme un poco y estirar algo mi bíceps femoral derecho que me ha estado dando guerra últimamente. Vuelvo a repasar mentalmente el plan de carrera: empezar suave, ignorar completamente lo que haga la cabeza de carrera y guardar fuerzas para la mortal subida a la Cruz de Guardia bajo un pronóstico de 35C de temperatura. La organización anuncia que, por seguridad, la carrera no empieza hasta salir de L'Aínsa, hasta entonces hay que ir detrás de dos corredores de la organización que marcarán el ritmo. Me gusta ya que podré calentar en este kilómetro y medio.

Crédito de la foto: Miguel Gil. https://www.facebook.com/Alquimiavisual-by-MG-Sobrarbe-339646899490673/

Las 6 de la mañana. Un petardo y partes de la banda sonora de la peli 300 anuncian la salida de la carrera. Allá vamos por las empinadas calles medievales de L'Aínsa. Mi plan de calentamiento suave se va al garete al ver que los corredores "lanzadera" se ponen a 4:00min/km. No me alejo mucho de ellos para que no se meta demasiada gente delante que pueda hacer tapón en las secciones de sendero estrecho que vendrían en un rato. Calculo que tendría unos 30 corredores o así por delante cuando los corredores "lanzadera" de la organización se hicieron a un lado, momento que aproveché para darles las gracias por su esfuerzo.

Esta primera parte de la carrera es rápida pero no quise forzar ya que se salva más desnivel del que parece. Como planeé, me olvidé de lo que pasaba con los corredores por delante y me enfoqué en disfrutar del amanecer en la comarca del Sobrarbe y mis queridos Pirineos. Conforme pasaban los kilómetros hasta Badaín, unos 25, fui pasando a algún que otro corredor. Calculaba que iría entre el 10 y el 15. Pero al salir del trail y llegar a la carretera de Badaín cometí el error de girar hacia la izquierda cuesta abajo ya que el track del reloj GPS así lo parecía indicar. Al rato me di cuenta del error y volví a subir hacia arriba hasta el punto donde había girado. Ahí me encontré con otro corredor que me dijo que era para la derecha y subimos juntos. Así llegué a Badaín sin saber si había perdido muchas posiciones o no (en realidad llegué el octavo, pero eso lo sé ahora).

Crédito de la foto: Miguel Gil. https://www.facebook.com/Alquimiavisual-by-MG-Sobrarbe-339646899490673/

A partir de aquí empezaba la carrera de verdad. La subida de casi 1200m de desnivel hasta el Ibón de Plan. Pocas subidas tienen un premio tan espectacular como las vistas desde ese punto, imposible no subir con ansia y alegría y así lo hice. Además en Badaín acababa de darse la salida de la distacia maratón de la carrera así que la subida estaba llena de los corredores más lentos. El tener que adelantar constantemente en un sendero estrecho me hizo que incluso tuviera que ir un punto por encima del ritmo que quería llevar, ya que la gente muy amablemente se echaba a un lado inmediatamente para que pasase y había que hacerlo rápidamente para no entorpecerles a ellos. También era complicado distinguir quiénes éramos de la Ultra y quiénes de la maratón, así que muchas veces había que preguntar. Con ritmo alegre pasé a algún que otro corredor de la ultra pero seguía sin tener claro en qué posición iba al llegar al Refugio de Labasar, justo antes del Ibón de Plan (a posteriori veo que llegué tercero). En las palas finales antes del refugio tuve que bajar el ritmo y empezar a caminar por primera vez. Si no quería reventar espectacularmente tocaba conservar. En el bellísimo Ibón me paré para la foto de rigor que pone la organización. Las sensaciones seguían siendo buenas y no me sentía excesivamente castigado de cuerpo.

Ahora tocaba ponerse las pilas y concentrarse a tope. Era el momento de la brutal bajada técnica hasta Plan. Necesitaba mantener toda mi concentración para evitar esguinces (a los que soy muy propenso), resbalones o golpes bajando que diesen al traste con la carrera. Pero me encantan las bajadas así que tampoco quería sacrificar tiempo. De hecho, tengo la sensación que tratar de frenarme en exceso me supone un mayor esfuerzo físico y castigo a los cuádriceps. Así que me marqué un ritmo disfrutón pero no muy agresivo durante la bajada. Aún así se me hizo larga y llegué a Plan muy tocado de piernas. Demasiado tocado como para plantearme pelear nada. Seguiría con mi plan de hacer mi carrera independientemente de los demás. Hasta este punto de la carrera había mantenido mi rutina de nutrición de un gel cada 30 minutos, además de algún picoteo en los avituallamientos (principalmente membrillo, que me encanta), pero llegando a Plan el estómago me dijo basta. No pintaba bien la cosa.

Sin embargo tenía un as bajo de la manga, en el avituallamiento de Plan me esperaban mis dos hijas con mi mujer. Ver a la pequeñaja de un año y a la mayor de tres era todo lo que necesitaba para recomponerme. Me cargué de agua hasta los topes y me despedí de ellas hasta la meta en Bielsa. Ya nada podía detenerme para acabar la carrera y reencontrarme con ellas.

Además en Plan me habían confirmado definitivamente los rumores que venía oyendo desde el refugio de Labasar de que iba en tercera posición. No podía estar más contento al saber que tenía opciones de podio. Un tercer puesto y entrar en el cajón sonaba fantástico así que me animé bastante. Sin embargo la cruda realidad de la "subidaca" a Gistaín me puso los pies de nuevo en la tierra. Tocaba andar y centrarse en simplemente llegar a meta al margen de todo y de todos. El calor apretaba más que nunca y se hacía eterno el llegar al siguiente control en Serveto. Con las dos botellas de 600ml tenía siempre agua suficiente, en cada avituallamiento rellenaba a tope las dos y nunca me faltó una gota de agua (no suelo beber isotónicos). La comida seguía sin entrar y ya no pude seguir con los geles.

Pero a pesar de todo observaba que nadie me pasaba y sin embargo yo continuaba adelantando a gente que sabía que eran de la distancia maratón. Me fijaba en sus dorsales para ver si era alguno de los dos que tenía yo delante en la distancia Ultra. Al acabar de caminar la cuesta a Gistaín pude volver a correr y disfrutar del sube-y-baja hasta llegar al control de Serveto. Seguía en tercera posición y me informaron que tenía a escasos minutos al segundo, pero me era indiferente ya que mi pelea era por la tercera plaza que ya había asumido me sabría a gloria si la lograba.

Pero tocaba enfocarse en la parte más dura de toda la carrera. La subida a la Cruz de Guardia con un calor infernal de más de treinta grados sin sombra para cobijarse. De nuevo bebí todo lo que pude en Serveto y rellené de agua las dos cantimploras. Empezaba lo duro de verdad ahora. Con tímidos trotes seguí superando a corredores de la maratón hasta que la pendiente me hizo volver al power-hiking (que suena mejor que la realidad, o sea que iba arrastrándome caminando y jadeando). También empecé a alcanzar a algunos corredores de la distancia "Trail" (22km saliendo de Plan).

Así que andando y jadeando como un animal afronté la subida final a la Cruz de Guardia. A mitad de subida alcancé a un corredor que desentonaba un poco con los de la distancia maratón y mucho más con los de la distancia "trail" (los más lentos). No sé porqué pero sin verle el dorsal pensé que debía ser el que iba segundo. Era difícil juzgar si iba más castigado que yo. Pero pensando que una tercera plaza era la leche, no quería ni imaginarme lo que sería para mí hacer segunda posición. Así que me animé a mantener el ritmo y el jadeo hasta el collado de la Cruz de Guardia. Llegar a él suponía acabar la carrera ya que sólo queda una bajada, dura, muy dura, pero bajada al fin y al cabo, hasta la meta en Bielsa.

Y entonces en la Cruz de Guardia me dice la organización que el primer clasificado ha salido hace un minuto o así. Ahí tomo una decisión irracional. Mi especialidad son las bajadas. Voy a bajar a tumba abierta ahora. A todo lo que dé la máquina. Voy a pillar al primero sí o sí. Voy a ganar esta carrera.

Así me lanzo cuesta abajo como un poseso. En las zonas más técnicas y escarpadas del principio veo que voy un poco fuera de control pero no me quedan muchas fuerzas para tratar de corregir las zancadas. A gran velocidad y sin fuerzas tras 62km de montaña tengo que medir bien cada pisada y cada giro, no puedo permitirme el menor error. Además hay otro factor, el sendero minúsculo está plagado de corredores lentos de la distancia "trail" y excursionistas que suben desde Bielsa. Ninguno de ellos espera encontrarse a un loco corriendo a toda tralla colina abajo sin apenas tiempo para apartarse. Pero saben que hay una carrera en marcha y mis avisos a distancia gritando "Permisoooo" hacen que no sólo se hagan a un lado cediéndome el paso si no que me dan ánimos al pasar para acabar la carrera y dar caza al primero. Sin duda lo más grande de toda la carrera, gente a la que estoy agradecidísimo por su gentileza.

Pero con las piernas desgastadas es imposible no cometer errores en la bajada. Acabo golpeándome varias veces los tobillos y pies contra piedras y rocas pero por suerte no me tuerzo nada y puedo aguantar el dolor, cegado por la ilusión de alcanzar al primero.

Entonces, a mitad de bajada, de nuevo veo a un corredor que desentona de los que estoy viendo por el ritmo rápido de bajada que lleva. En una revuelta se da cuenta de mi presencia y de que me estoy acercando rápidamente. Noto como intenta acelerar el ritmo para evitar que le alcance. Pero es una bajada traicionera y trastabilla un poco en una zona difícil por lo que reduce el ritmo de nuevo un poco. Obviamente tomó la sensata decisión de llegar vivo a Bielsa y son esas cosas de tener cabeza de las que debería aprender yo (me quedo con esa lección de él y le doy las gracias por ello). Sin embargo yo seguía obsesionado y concentrado en mantenerme al límite de todo lo que podía dar en ese punto de la competición. Mi ritmo era más alto que el suyo pero los dos íbamos rápido en una zona llena de peligros. Me era imposible adelantarle en semejante descenso estrecho ya que necesitaría un puntito más de gas (del que carecía) para efectuar el adelantamiento con seguridad. Pero de nuevo, su honradez y caballerosidad salió a la luz y viendo que yo iba mucho más rápido, se hizo a un lado y me dejó pasar. No puedo si no quitarme el sombrero ante él. Quedarían 6km para meta.

Pero en cualquier caso, aún no estaba seguro que éste fuese el primer corredor al que trataba de alcanzar para ganar la carrera así que no bajé el ritmo ni un ápice mientras le daba vueltas a si sería o no, ya que no había podido ver su dorsal. Estos pensamientos me llevaron a cometer el grave error de perder la concentración unos instantes. Justo unos instantes en que adelantaba a una persona, que se apartó un poquito menos de lo que yo mal calculé, de forma que mi centro de gravedad se salió más de la cuenta de mi trazada y caí rodando al suelo. Era algo inevitable si estaba jugando con fuego tal y como estaba haciendo. Totalmente mi culpa. En la caída me golpeé brazo, hombro y cadera, pero lo peor fue que el gemelo izquierdo se me enganchó con un tirón y se puso duro como una piedra. Rápidamente me puse a golpearlo con el puño para distenderlo un poco y con rabia por el error me tiré de nuevo cuesta abajo cojeando, ignorando todas las señales de alarma y dolor de mi cuerpo. Ahora sabía que nada me iba a detener hasta la meta. Ni siquiera los calambres de abductores que empezaron a aparecer en los breves sube-y-baja de los últimos kilómetros, y que me obligaron a soltar el pedal de gas para mantenerlos a raya. Lo mismo con el dolorido gemelo. Mi cerebro trabajaba al 100% en todas estas variables, procesando el terreno, recalculando cada pisada en función de la señal de alarma de cada extremidad en cada momento.

Por fin veo Bielsa, a un kilómetro y pico, queda una ligera subida hasta el pueblo, por pista. No tenía la certeza de si iba primero o segundo, aunque el alma me decía que iba a ganar. No veo a nadie por delante ni nadie por detrás así que no necesito acabar al sprint. Un alivio. Pero estoy en "la zona" aunque mis pulmones y corazón van enloquecidos, y sigo corriendo. No me quedan piernas pero soy el más feliz del mundo. No existe nada más que la meta que me espera a unos cientos de metros entre las calles adoquinadas de Bielsa, con mis niñas esperándome.

Y ahí las veo. Salen corriendo hacia mí, primero la mayor a la que cojo en brazos. Luego a la pequeña que cargo en el otro brazo. Voy a entrar con ellas en la meta de la Ultra Trail del Sobrarbe tras 71Km y 4000m de desnivel positivo. Las piernas ya no duelen. El corazón no late de fatiga sino de alegría. Ahora mis hijas forman parte de mi momento y los tres pasamos por el arco de meta en primera posición donde espera mi mujer. Ganamos la carrera. Los cuatro.

Enlace a la ruta en Strava

https://www.strava.com/activities/1053368723

Fotos

Crédito de la foto: http://ornitorrincocincopuntocero.blogspot.com.es

Crédito de la foto: Miguel Gil. https://www.facebook.com/Alquimiavisual-by-MG-Sobrarbe-339646899490673/

Crédito de la foto: http://ornitorrincocincopuntocero.blogspot.com.es

Crédito de la foto: Miguel Gil. https://www.facebook.com/Alquimiavisual-by-MG-Sobrarbe-339646899490673/

Entrevista de Radio

Aparición en TVE en TDP

http://www.rtve.es/alacarta/videos/carrera-de-montana/carrera-montana-challenge-magia-pirineos-gran-trail-sobrarbe/4090352/

Lake Tahoe Triple Marathon

Jueves, 6 de octubre: Viaje a South Lake Tahoe

El jueves era el segundo día de colegio de Emma. El día anterior todo había ido relativamente bien, pero hoy la niña ya sabía de qué iba el asunto y no iba a poner las cosas fáciles. Tras muchos lloros y un corazón de padre destrozado conseguí que se quedara. Hacía ya media hora que debía estar en casa de Alberto, junto con Xavi y Pedro, para irnos de viaje al Lago Tahoe. Allí nos esperaba la aventura de 2016 juntos, correr una competición de tres maratones en tres días seguidos alrededor del lago a casi 2000m de altitud.

El viaje en coche desde San José hasta Tahoe cruza el Central Valley por Sacramento y sube a las montañas de Sierra Nevada hasta llegar al Lago Tahoe, justo en la frontera entre los estados de California y Nevada.

Teníamos reservadas habitaciones en el hotel de la organización de la carrera, en la ciudad de South Lake Tahoe. Desde el momento de llegar ya notamos todos que la altitud a la que nos encontrábamos iba a ser un problema. Vivimos todo el año cerca del mar, así que no estamos nada aclimatados a la altura. Eso y el frío iban a ser dos factores clave, ya que por las mañanas se esperaban temperaturas bajo cero.

Además, era mi primera carrera por etapas y no tenía ni idea de cómo iba a responder físicamente a las tres maratones que tenía por delante. Al final opté por guiarme por pulsaciones, me marqué un límite -aeróbico bajo- de 170 pulsaciones por minuto, puse una alarma en el reloj que me avisase y me propuse nunca pasar de ahí. Esa sería mi estrategía para conseguir acabar la prueba.

Viernes, 7 de octubre: Lakeside Marathon

La primera maratón salía muy cerca del hotel así que fuimos los cuatro andando hasta la salida. Hacía mucho frío de modo que aguantamos con la ropa de abrigo puesta lo máximo posible hasta tener que meterla en la bolsa que la organización nos llevaría a la meta.

Antes de darse la salida se nos recordó que el director de carrera nos esperaría en el km 34 donde había un sector de la carretera en obras donde el tráfico era cortado alternativamente. Si se daba la circunstancia que al líder de la prueba en ese momento le obligaban a detenerse, entonces la carrera se daría por finalizada (competitivamente) en ese punto y se continuaría sin competir hasta completar los 42km.

El pistoletazo de salida coincidió con el amanecer en el lago, la belleza del espectáculo visual de tonos rosas y azules invitaban más a detenerse que a ponerse en movimiento, pero aún así nos lanzamos todos a la carrera.

Los primeros compases son siempre una incógnita donde se empiezan a formar los primeros grupos de ritmo. Tras unos kilómetros me vi en el grupo de cabeza que formábamos tres corredores, pero mi alarma de pulsaciones no había saltado aún y con las piernas frescas me fue imposible no animarme con el ritmo un poco, lo que me sirvió para sacar unos 300m a mis perseguidores y liderar la carrera. Así llegamos a la gran subida de esta prueba para coronar un puerto de montaña, en total unos 250 metros de desnivel positivo. En ese momento empezó a saltar la alarma de pulsaciones así que no me quedó otra que bajar el ritmo un poco. Eso lo aprovechó mi perseguidor inmediato para acercarse a menos de 100m de mí, ni rastro del tercer clasificado.

Tras coronar el puerto de montaña en el km 21 empecé a notarme cansado, y en otras condiciones hubiera bajado el ritmo mucho más, pero el ir primero y ver que el segundo clasificado no atacaba pues decidí soltar las piernas y hacer el descenso hacia la meta a ritmo vivo. Darme cuenta de que podía ganar esta maratón me animó y el dejar de ver a mi perseguidor ayudó a darme más ganas.

Sin embargo, en el km 30 empecé a notarme fatigado y empecé a desear que la carrera se detuviese en el punto de las obras. Estaba empezando a pensar que me estaba excediendo con un esfuerzo excesivo a falta de otras dos maratones por completar.

Así llegué al fatídico km 34 sin ver al segundo por ningún lado. Por suerte para mi fatigado cuerpo, el agente de tráfico me hizo detenerme (las pausas para alternar tráfico eran de 5-10 minutos) y la carrera hubo darse por finalizada en ese punto. El director de carrera me dijo que me declaraba ganador de la prueba. El segundo clasificado aún tardaría unos minutos en llegar. Cuando lo hizo nos felicitamos mutuamente.

Ahora quedaba hacer los 8km restantes tranquilamente. Inicialmente decidí esperar a Alberto y Xavi que venían detrás mía, pero tras un buen rato esperando empecé a quedarme helado de frío, así que continué hacia la meta trotando y caminando hasta que me alcanzaron a falta de un par de kilómetros.

Ya sólo quedaba la entrega de trofeos a los primeros clasificados, recoger bolsa de corredor y tomar el autobús de vuelta al hotel a descansar para el día siguiente. Durante todo el trayecto seguía pensando que me había excedido en esta carrera, que debería haber sido más conservador, pero bueno, que me quiten lo "bailao" ¿no? No podía estar más contento de haber ganado esta prueba.

Sábado, 8 de octubre: Cal-Neva Marathon

Hoy tocaba madrugón para coger el autobús que nos llevase a la salida. Me sentía muy cansado y algo agarrotado, sin muchas ganas de correr. Más valía que las sensaciones cambiaran al empezar a moverme, aunque el frío no ayudaba mucho.

Esta maratón se llama Cal-Neva, ya que se sale del estado de Nevada y se acaba en el de California, por la parte norte del lago Tahoe. Para encajar las tres maratones alrededor del lago, hay que superponer dos un poquito ya que si no sobran kilómetros para dar la vuelta en tres maratones (la vuelta al lago son 118km). La cuestión es que este solapamiento ocurría en esta salida, situada justo antes del lugar donde ayer la carrera se tuvo que cortar. Así que las instrucciones del director de carrera eran que se dará la salida cuando nos den la prioridad de paso pero la carrera no empezará realmente hasta que no superemos el tramo de obras. Así que tocaba un calentamiento conjunto de un kilómetro o así, lo cual me vino estupendamente para volver a recuperar las sensaciones en las piernas y poder defenderme medianamente.

Una vez superado ese tramo en grupo comenzó la carrera de verdad. En seguida se colocó de líder un corredor que sólo venía a correr esta maratón ya que hay gente que se apunta individualmente a las maratones sin tener que hacer las tres, sobre todo a la del domingo que es la más popular. Lógicamente no me interesaba mucho seguirle el ritmo, mi atención estaba entre los que estábamos corriendo las tres maratones, pero aún así le seguí durante un par de kilómetros. El ritmo vivo que marcaba me ayudó a separarme mucho de mis perseguidores inmediatos, a los que no podía ver detrás mía.

Para mi sorpresa me encontré algo más cómodo corriendo que el día anterior, e hice una carrera prácticamente en solitario, acabando en segunda posición absoluta pero primero de los que hacíamos el reto triple. Mi inmediato perseguidor en la triple entró en tercer lugar absoluto pero a 9 minutos de mí, lo cual me daba un colchón de cara a la última jornada.

Al poco llegaron mis compañeros de fatigas, Alberto, Xavi, y luego un poco más tarde, Pedro. La mala noticia es que Alberto se había lesionado de un músculo de la cadera, aunque consiguió finalizar, pero era duda para la siguiente maratón.

Durante el viaje de vuelta al hotel en autobús me empecé a dar cuenta de lo fatigado que estaba. Además el recorrido del autobús era justo la maratón que tendríamos que hacer mañana. Ahí empezaron mis serias dudas sobre lo que pasaría al día siguiente, subiendo esas rampas y con el autobús casi deteniéndose para tomar las cerradas curvas de montaña, en un ambiente 100% alpino, con su parte más espectacular al pasar por Emerald Bay. Pocos sitios más bonitos e icónicos he visto. Pero era imposible no pensar en lo duro que iba a ser hacer este recorrido el día siguiente, tras haber completado dos maratones ya. Yo tenía claro que los 9 minutos de ventaja que atesoraba frente al segundo podían desvanecerse rápidamente en un terreno de tanto desnivel. Una pájara o bajón inoportuno puede quitarte más de media hora de tiempo fácilmente.

Domingo, 9 de octubre: Lake Tahoe Marathon

De nuevo madrugón para tomar el autobús a la salida de la maratón más bonita de las tres, la más montañera con su paso con Emerald Bay. Básicamente la maratón se divide en una primera mitad completamente de subida, unos 470m positivos, y luego de bajada.

Allí estábamos 200 corredores listos para la salida, hoy contábamos con muchos corredores "del día" que no participaban de la competición de tres maratones así que tenía que fijarme sólo en mis competidores directos, especialmente el chico al que sacaba tan sólo 9 minutos. En teoría me bastaba con marcarlo durante toda la carrera para asegurarme la victoria, siempre que no me rompiese o tuviese un bajonazo yo. Less, el director de carrera, no tardó mucho en dar la salida disparando una escopeta justo después de cantarse el himno de los Estados Unidos, una tradición de este país.

Nada más comenzar me puse detrás del grupo de cabeza sin mucha intención de seguirlos si apretaban ya que observé que no contenía ningún competidor mío. Mi competidor directo parecía quedarse rezagado pero yo no quería bajar el ritmo tanto así que seguí relativamente cerca al grupete de 5-10 corredores de cabeza. Las sensaciones no eran buenas pero tampoco desastrosas, e ir cuesta arriba me gusta. Lo que me preocupaba era la bajada en la que hay que apretar y se necesita más reservas para no caer si no se puede mantener el ritmo (cuesta arriba, si no puedes andas, pero cuesta abajo es más difícil).

Pero al cabo de 4kms o así me pasó un chico que identifiqué como el tercero de mi competición, desconocía la ventaja que le podía llevar así que no me quedaba más remedio que ponerme a rueda e intentar que no me sacase más de 9 minutos de ventaja en la meta. Le veía bastante fresco y animado en esta última maratón, así que empecé a preocuparme con el cariz que estaba tomando la carrera.

Sin embargo, para mi alivio, Paul -que así se llamaba el chico- no se puso a atacar en ningún momento si no que mantuvo un ritmo constante y sin cambios. Me di cuenta que yo iba muy cómodo siguiéndolo a unos 25-50m de distancia, así que empecé a dejar de preocuparme y a sentirme afortunado de no tener que exprimirme al máximo en esta fase de la carrera para asegurarme la victoria. De hecho estuvimos pasando a algunos de los corredores del grupo de cabeza. Yo desconocía cuántos quedaban por delante nuestra.

En esas llegamos al punto de la media maratón, donde estaba a punto de darse la salida para la carrera paralela de media maratón. Allí habían como 600 personas listas para correr que hicieron un pasillo estrecho larguísimo para los corredores de la maratón. Aún se me pone la piel de gallina al recordar ese momento espectacular en ese pasillo donde todos jaleaban y ponían las manos para chocar y saludar. Fue la motivación que necesitaba para afrontar la dura bajada desde ese punto. Paul también debió sentir lo mismo porque también le dio caña en esta sección.

Así siguió la carrera hasta que llegamos a los últimos 5kms que son prácticamente llanos. Ahí empecé a notar que Paul flaqueaba un poco así que decidí ponerme yo delante para tirar de él ya que había un poco de viento en contra. Así que me puse a su altura y le expliqué que iba a ponerme delante a tirar pero que quería que él acabase antes que yo la carrera. Me dijo que no pero yo ya lo había decidido, yo sólo necesitaba acabar junto a él para ganar las tres maratones y además le estaba súper agradecido de que me hubiera servido de "pacer" con un ritmo fantástico durante toda la carrera. Yo no tengo experiencia regulándome y suelo quemarme y reventar. Me sentía en deuda.

A falta de 1.5km, como yo iba con la música no me di cuenta de que Paul se había descolgado unos 200m. Yo pensaba que lo tenía justo detrás así que me paré a esperarle. Ya reagrupados le dije que no tenía escapatoria y que entraríamos juntos. Así llegamos a la meta. Él en tercer lugar absoluto de esta carrera individual y yo cuarto. Le felicité y le agradecí de nuevo el haberme llevado a un ritmo genial durante toda la carrera.

¡Y yo acababa de ganar la 21st Lake Tahoe Triple Marathon! El cheque de $500 en metálico de premio aún tardaría en llegar por correo, así que recogí el trofeo de ganador e inmediatamente fui a meter las piernas en el frío lago Tahoe para celebrar haber completado las tres maratones.

De nuevo, tres días fantásticos compartidos con tres grandísimos amigos, Pedro, Xavi y Alberto. La alegría me impedía ser realmente consciente del cansancio extremo al que había sometido a mi cuerpo con esta dura prueba. Pero feliz. Muy feliz. A ver qué nueva locura planeamos los 4 para el 2017.